16 sept 2010

. Muchos ven el futuro a través de sustancias un poco sicodélicas.

Nostradamus ha fascinado a la humanidad con sus palabras casi incomprensibles, pero cuando ocurre un hecho rápidamente se busca la cuarteta a la cual se le ha de dar crédito. Todo se debe en cierta forma a su manera de entrar en ese mundo desconocido a través del trance, Nostradamus se sentaba en un rincón, frente a un trípode que mantenía un envase de agua en suspensión, de ahí pasadas unas
horas comenzaba a “ver” el futuro. Esté realmente es un método poco fiable, cualquiera podría confundirse y comenzar a desvariar, hablando de inundaciones, terremotos, etc. No parece tan profético. Nostradamus tuvo un hijo que también podía ver el futuro, él en una ocasión profetizo que una ciudad ardería en llamas, y para asegurarse de que su profecía se cumpliera, él, con un “galón” de combustible, una caja de “fósforos”, se aprestaba a iniciar lo que había de ser el infierno en la tierra que muy exacto había vaticinado, con tan mala suerte que en sus trabajos estaba, cuando pasaron los gendarmes e inmediatamente lo apresaron, lo que jamás profetizo fue su propia muerte, la cual debió pasar una semana después del gran incendio, así que fue juzgado, encontrado lógicamente culpable, y sentenciado a morir en la orca, así terminaron los días del aprendiz de “brujo”. 
Pero tarde o temprano habría de morir, lo preocupante del caso sería su legado, si es que dejaba alguno, cosa que es muy probable ya que el “aprendiz” transcribía lo que su locuaz padre en momentos de trance decía.
Ahora se ha encontrado un libro el que se le achaca al “profeta mayor“, pero como las letras están entreveradas, no se puede dar fe si es o no un auténtico “Nostradamus” ó es obra de la mente algo trastornada de su difunto hijo. Y con esto les digo que no se dejen guiar por estas profecías algo endiabladas no sea que para el año 2012 de nuestro señor, pase lo que ocurrió en el año mil, donde se predicaba el fin del mundo, razón por la cual los más cobardes encontraron realmente el final de “sus tiempos” en una soga amarrada a su cuello. Fueron muchísimas personas las que tomaron esté tren, aunque para esos días no existían. De igual manera ocurrió con una secta en Texas, donde los seguidores ciegos de David Koresh. se envenenaron porque su “Mesías” así lo había previsto en sus alucinaciones, en una de esas tantas nubes de marihuana que se recetaba a diario, terminando aquí sus inocuos días. Muchos ven el futuro a través de sustancias un poco sicodélicas.
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